En toda Italia, también en otros países donde el catolicismo ha sido más arraigado y llevado a su práctica, son evidentes los ejemplos de la devoción callejera y popular, de conmemoración hacia determinadas figuras religiosas, expuestas en lugares destacados entre las calles de sus barrios más populares.

Roma, Génova o Nápoles, entre otras ciudades italianas, son fértiles en las llamadas «Madonnelle» o » Edicole votive» .

La región de la Toscana, no queda exenta de ese culto, tanto en ciudades como en pequeños pueblos. Por eso, hoy me gustaria referirme a los ejemplos más populares de ese tipo de veneración: a los que nos salen al encuentro, casi siempre, en los cruces de carreteras o bifurcaciones de caminos, cuando recorremos la » campagna» toscana.

Nacen de la antigüedad pagana, cuando los latinos, en sus templos veneraban la imagen de una divinidad, situada en el interior de un nicho u hornacina. En el transcurso de los siglos, se transformaron en ritos y ceremoniales, sustituyéndose los temas de adoración.

En la Toscana,son el auténtico testimonio de la espiritualidad campesina, con la presencia de imágenes de santos locales, aunque generalmente, abundan las representaciones de la Virgen Maria. Sin embargo, en otras » cappellette», aparece la Virgen Maria con el Niño Jesús y, raramente, encontramos ejemplos de crucifijos.

Antiguamente, vivir alejados de los núcleos urbanos o simplemente andar por parajes y caminos solitarios, suponía un alto riesgo; era fácil correr peligro por parte de asaltadores, como ladrones o bandoleros. Los habitantes vivían atemorizados, temían por sus vidas, por ese motivo, la presencia de hornacinas o pequeñas capillas, elaboradas con materiales simples, piedra o terracota, llamadas en la Toscana » Maestà».

Con el paso del tiempo, derivaron en pequeños santuarios para los rezos y peticiones, invocando protección. La mayoría de habitantes, analfabetos, veían en esas imágenes, la manera de aprender las narraciones que alimentaban su fe.

Cualquiera que recorra los maravillosos caminos o pequeñas carreteras secundarias, se sorprenderá por la presencia de estos testimonios religiosos y, porqué no decirlo, de elementos que forman parte de la cultura y el patrimonio artístico popular.

A mí, personalmente, me incitan a parar. ¿De quién seran las flores frescas allí depositadas? ¿O una pequeña candela a medio consumir?

Durante la noche, alguna lamparilla encendida se vislumbra allà a lo lejos.

Anuncia la presencia de un cruce de caminos, y de su protección.

¿Os cuento un secreto? Una vez en Casorbica-Salcotto, pedí un deseo, y…se cumplió.

Hasta muy pronto. Ciao!

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Beni Aguiló